Muchas veces leemos textos o etiquetas de productos que utilizan los adjetivos "compostable", "biodegradable" y "reciclable" como sinónimos, pero ¿significan lo mismo?
La separación de residuos en origen es un hábito clave
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Si nos remitimos al diccionario de la Real Academia Española (RAE), veremos que:
- La palabra COMPOSTABLE no está incluida. Podemos deducir que proviene de COMPOST: humus obtenido artificialmente por descomposición bioquímica en caliente de residuos orgánicos. Es decir, que algo compostable sería aquel material que está compuesto por elementos que pueden biodescomponerse de forma no natural (y en caliente) y transformarse en compost.
- En cambio, sí se encuentra en el catálogo de la RAE el adjetivo BIODEGRADABLE: dicho de una sustancia que puede ser degradada por acción biológica.
- Por otra parte, RECICLABLE se describe como que se puede reciclar. Y RECICLAR se define como someter un material usado a un proceso para que se pueda volver a utilizar o someter repetidamente una materia a un mismo ciclo, para ampliar o incrementar los efectos de este.
Sin embargo las definiciones y el contexto de uso de las palabras pueden abarcar mucho más que el significado de un diccionario y por eso a veces surge la confusión.
Ser biodegradable
Cuando decimos que algo es biodegradable significa que es un material que está conformado por elementos que por acción biológica y a través del tiempo se degradan convirtiéndose en inocuos e integrándose a la tierra. Por definición, casi toda la materia orgánica o inorgánica conocida es biodegradable de alguna u otra forma, salvo algunos elementos (como el mercurio) y ciertos productos sintéticos. Pero el punto de inflexión es saber cuánto tiempo tardan en degradarse.
Orgánicos en bolsas reutilizables |
Una bolsa de nylon, de esas que los comercios brindan a sus clientes por cada compra, tarda aproximadamente 150 años en degradarse, una lata de aluminio 10 años, un envase de tetrabrick 30 años, uno de yogurt alrededor de 400 años, un tampón 500 años y una botella de vidrio hasta 4000!
También, es importante saber de qué forma se integran a la tierra una vez degradados. El vidrio, por ejemplo, aunque tarda mucho tiempo en degradarse íntegramente no resulta tan dañino como el plástico que se desintegra en microplásticos que son muy difíciles de limpiar de las superficies terrestres y marinas por completo, convirtiéndose en un serio problema de contaminación en la mayoría de los ecosistemas.
Es por ello que hay que prestar mucha atención cuando leemos en envases y etiquetas de un producto que dice ser biodegradable y preguntar antes de elegir: ¿en cuánto tiempo se degrada? Para saber la respuesta se puede buscar en la web, preguntar en el 0800 de la empresa que lo fabrica o deducirlo de la composición de sus ingredientes.
En caso de duda, es bueno evitar aquellos productos que contengan envoltorios innecesarios (como la fruta pelada empaquetada) o que puedan comprarse a granel (como cereales y harinas). También es mejor llevar la propia bolsa de tela o carrito para hacer las compras y así evitar la sobreabundancia de plásticos.
Ser compostable
Cuando un elemento puede descomponerse por la acción biológica, a través del tiempo y mediante un proceso que “simula” a la biodegradación natural, estamos en presencia de un compostable.
Esa simulación se realiza mediante la actividad humana que recrea un ambiente adecuado para que los compuestos puedan biodegradarse por la interacción de microorganismos, como hongos y bacterias.
Para que el elemento pueda transformarse en compost es necesario que sea orgánico, que se mezcle con material seco (como hojas y pastos secos, papel o cartón) y que haya atravesado por diferentes etapas. Una de ellas se denomina termófila y es cuando la temperatura del ambiente asciende hasta los 60 grados produciéndose la pasteurización del entorno.
Ejemplos de elementos compostables son las frutas y verduras, la yerba, el café, las hebras y saquitos de té, las cáscaras de huevo y de frutos secos, entre otros. También algunos inorgánicos como la ceniza, la viruta, el aserrín, el cartón.
Para el caso de los productos cuyas etiquetas rezan compostable es bueno prestar atención a qué porcentaje se refiere esa propiedad y cuáles son sus componentes para determinar en dónde se desecha.
Por ejemplo, existen cajas de productos que están realizadas a base de maíz u otras plantas generadoras de almidón y son 100% compostables. Ello significa que pueden desecharse en la bolsa verde o de materia orgánica ya que se descompondrán junto a ellas.
También, hay casos de híbridos realizados con compostables y no compostables. Por ejemplo los cepillos de dientes que poseen el packaging
de cartón y el mango realizado con madera de bambú (ambos compostables) y las
cerdas son de nylon (reciclable). En ese caso, se tendrá que separar ambos componentes a la hora de desechar.
Ser reciclable
Un material es reciclable cuando está conformado por elementos que pueden volver a reutilizarse como materia prima en otro proceso, sea industrial o no. Ejemplo de ello son los envases de vidrio y plásticos, papel y cartón, entre otros.
Que un producto sea reciclable o realizado con material reciclado es un buen indicio para decidir su compra, pero mejor aún es preguntarse si adquirir ese producto es realmente necesario o si esa necesidad fue creada por alguna estrategia de venta. El consumo crítico y responsable es una buena herramienta que permite al consumidor reflexionar antes de decidir una compra.
También, es bueno destacar que en la mayoría de las ciudades el trabajo de revalorización de los materiales reciclables lo realizan los recuperadores urbanos que trabajan de forma individual u organizada en cooperativas de trabajo. Sin embargo, es imprescindible la participación ciudadana en la separación diferenciada en origen para que la tarea pueda desarrollarse de forma inocua y respetuosa tanto de las personas que cumplen la función como del ambiente, para optimizar el trabajo y el recurso a recuperar.
Ser humano consciente
Luego de estas pequeñísimas líneas que espero sirvan (al menos un poco) para desentrañar las diferencias entre lo biodegradable, compostable y reciclable creo que es necesario plantear que lo más importante a la hora de discernir con qué materiales nos relacionamos es ser consciente.
Consciente para reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo, sobre qué pasa con las cosas que desechamos y sobre nuestra participación como actores en esta cultura impuesta de lo descartable, del "use y tire", que no tiene nada que ver con lo sostenible. Analizar qué impacto tienen nuestras decisiones en el ambiente y qué podemos hacer desde nuestra propia acción para cambiar el curso de la historia y/o mitigar las crisis ambientales en las cuales nos encontramos: climática, de pérdida de biodiversidad y de hábitats, alimenticia, entre otras.
El desafío es grande y no depende únicamente de nosotros como sujetos aislados, se necesitan acciones de gobierno y políticas de estado que promuevan actividades económicas y sociales sostenibles, que no impliquen la degradación de los recursos naturales ni del ambiente, que no cercenen los derechos humanos que tenemos a vivir en un ambiente saludable y garanticen su disfrute a las siguientes generaciones.
*Fotos: Getty Image