Compost: abono, enmienda o fertilizante?

 Aunque parezcan sinónimos abono no es lo mismo que enmienda, ni que fertilizante ¿Cuáles son sus diferencias? ¿Por qué es útil conocerlas?

 

El agua es un elemento esencial para el desarrollo de las plantas (Getty images)


Ya sea para la agricultura a gran escala, para huertos o jardines y hasta para macetas, el uso de suplementos para los suelos es una práctica que se ha extendido a través del tiempo. Existen variedades de fertilizantes, abonos, enmiendas y sustratos, para diferentes usos. Aunque muchas veces se utilizan como sinónimos, cada uno tiene características muy distintas y también serán diferentes las proporciones para utilizar en los suelos.

 

Las plantas como productoras de su propio alimento

Las plantas son organismos autótrofos capaces de elaborar su propio alimento a partir de sustancias como el agua, las sales minerales, el dióxido de carbono y con ayuda de la luz del sol.

Así, para su nutrición llevan a cabo un proceso que se inicia al tomar sustancias del suelo a través de sus raíces, como sales minerales y agua. Una vez asimilados, se forma en su interior la savia que es administrada a través del tallo hasta las hojas. Allí, la planta toma sustancias del aire, como el dióxido de carbono, y absorbe luz solar para transformar la savia bruta en savia elaborada. Esta rica sustancia es distribuida desde las hojas a sus diferentes partes para nutrir y desarrollar el organismo. En una última etapa, la planta elimina las sustancias de desecho generadas durante la nutrición, convertidas en otras sustancias como el oxígeno.

 

Cada cosa con su nombre

Si bien las plantas fabrican su propio alimento, necesitan de ciertos elementos esenciales para su crecimiento y desarrollo. Estos elementos se encuentran contenidos en el aire y en el suelo y son absorbidos a través de las hojas y de las raíces

Entre los nutrientes elementales, se destacan el nitrógeno, potasio, calcio, fósforo, magnesio, entre otros. 

Entonces, cuando se quiere fortalecer a los vegetales o al suelo con algún nutriente específico que le haga falta, se podrá optar por el uso de abonos o fertilizantes. Estas sustancias pueden ser orgánicas o sintéticas.

Según el Instituto de Tecnología Industrial (INTI), un fertilizante o abono es “toda sustancia orgánica o inorgánica, natural o sintética, que aporte al menos un nutriente elemental para las plantas”.

En cambio, una enmienda es “una sustancia o mezcla de sustancias de origen inorgánico, orgánico o biológico capaz de modificar o mejorar las propiedades y las características físicas, químicas, biológicas o mecánicas del suelo sin tener en cuenta su valor como fertilizante”.

Entonces, la principal diferencia entre los compuestos radica en que un fertilizante o abono será aquella sustancia cuya principal característica sea el proveer de nutrientes al suelo y las plantas y la enmienda es un suplemento para mejorar los suelos, ya sea sus condiciones de permeabilidad o de retención de agua, su estructura, entre otras.

Por otra parte, el sustrato es el material o soporte físico sobre el que se va a mantener la planta y que será la base para su desarrollo. Se diferencia del suelo porque este se refiere a la tierra en la que se cultiva, el territorio. La característica principal del sustrato es permitir las condiciones adecuadas para que las raíces puedan anclarse al suelo y absorber los nutrientes elementales, ya sea porque la misma sustancia se los aporta o no. En este punto coincide con la función de la enmienda.

Los sustratos pueden ser orgánicos, como las fibras de coco, o inorgánicos, como arenas, gravas, etc. También, pueden ser obtenidos por síntesis química o física, como la perlita y la vermiculita, que se venden en forrajerías y viveros u obtenidos como residuos o subproductos industriales, como los estériles del carbón.

 

Abonos, fertilizantes, sustratos y enmiendas se utilizan como complementos (Getty images)

 

Entonces ¿qué es el compost?

Principalmente, el compost es una enmienda orgánica de origen natural. Está compuesto por un alto porcentaje de materia orgánica, por los denominados verdes (yerba, restos de frutas y verduras, café, té, etc) o secos (hojas y pastos secos, cenizas, aserrín, etc). Su principal característica es la mejora de la estructura de los suelos.

Sin embargo, también puede utilizarse como sustrato, porque facilita la absorción y -en menor medida- el aporte de nutrientes esenciales.

Hay muchas clases de enmiendas orgánicas, alguna de las más empleadas son:

·         El lombricompuesto: es el producido por el compostaje con lombrices (en general, las rojas californianas), también llamado humus. Es un abono natural muy rico en nutrientes, obtenido a partir de restos orgánicos en descomposición.

·         La turba: su origen es milenario y está formada por materia orgánica vegetal que atravesó un proceso de descomposición pero no total. En general, se encuentran en cuencas lacustres secas de las cuales constituían el fondo. Tiene la apariencia de carbón ligero, esponjoso y de aspecto terroso. Existen dos tipos: la turba negra, que es la más empleada, y la turba rubia, que debido a su acidez (pH 3,5) es usada para plantas como las orquídeas que requieren de este nivel. Las turberas conforman ecosistemas de suma importancia, ya que captan toneladas de dióxido de carbono, es por ello que su aprovechamiento debe ser racional y sustentable y buscar alternativas para su implementación.·        

·         La pinocha: Se llama pinocha a las hojas de los pinos. Su apariencia se asemeja a las agujas y es común verlas de a montones a los pies de las coníferas. Las que son útiles como enmienda son las más viejas, ya que las nuevas pueden tardar hasta dos años en descomponerse y son muy ácidas, relentizando el crecimiento de bacterias y hongos necesarios para la biodegradación.

·         La fibra de coco: también conocida como cáscara de coco, es un producto de desecho natural que proviene del procesamiento de la fruta. A diferencia de la turba, es un recurso renovable. Entre sus características, se destaca su buen drenaje, capacidad de retención de agua y alto porcentaje de carbono.


La dosis justa

Como el olor a tierra que se desprende de un compost cosechado puede confundir, hay que recordar un principio general: el compost no debe usarse como único componente en el armado de una maceta, almácigo o cantero.

El compost debe aplicarse en dosis, que dependerán del tamaño y tipo de planta a la que se prevea complementar, como de las propiedades o características del suelo donde se utilizará. Asimismo, y no menos importante, dependerá de las sus características: cómo está compuesto, cuánto tiempo de maduración tiene, si se respetaron las proporciones de secos/ verdes, entre otras.

En general, si el compost se utiliza como enmienda se recomienda:

* en las huertas: incorporar y mezclar 2- 3 kg de compost por cada m2 de tierra y mezclar hasta los 15 cm o más.

* en macetas: mezclar 20/25% de compost con 80/ 75% de tierra.

* para canteros de herbáceas y arbustos: incorporar y mezclar una capa de unos 2 cm a la superficie, e incorporar hasta los 10- 15 cm de profundidad;

Asimismo, como sustrato:

·       * colocar una capa de pocos centímetros (3- 4) en la base o ancho de la copa, en el caso de árboles. 

 

El compost se puede aprovechar en macetas sustentables (Getty images)