Compostar con este método requiere una serie de pasos previos que te detallamos en este artículo.
Compostar con el método Takakura |
Este método es una forma alternativa de compostar residuos orgánicos. Para su puesta en marcha, requiere de algunos pasos previos que luego se complementan con la técnica “tradicional”. Estos pasos servirán para desarrollar microorganismos que ayuden a biodescomponer los orgánicos y, en consecuencia, acelerar los tiempos para la cosecha de compost.
Para compostar a lo Takakura es necesario disponer de dos soluciones fermentadas y un sustrato denominado «semilla» o «lecho de fermentación». Estas sustancias poseen gran cantidad y variedad de microorganismos que optimizan la técnica y descomponen de forma rápida y eficaz los restos orgánicos.
El método es muy recomendable para compostar en espacios reducidos, como en compostajes urbanos o de balcón, porque permite una mayor producción en menor tiempo.
Origen
El método Takakura debe su denominación a la persona que lo ideó, el japonés Koji Takakura, que detectó una problemática ambiental severa en la ciudad de Surabaya (Indonesia). Allí, el inadecuado tratamiento de los residuos sólidos urbanos produjo dificultades para gestionar el volumen y los focos de contaminación.
¿Qué si y qué no?
A través de este método se pueden compostar todo tipo de orgánicos, los mismos que pueden ser incorporados a la compostera siguiendo el método tradicional. Asimismo, el sistema permite la descomposición de comidas elaboradas y también de elementos secos como papel, virutas de madera no tratada y cartón.
Sin embargo, se recomienda no compostar papeles higiénicos, apósitos sanitarios, colillas de cigarrillos, eses de mascotas, sustancias químicas y elementos similares por cuestiones sanitarias. Tampoco plásticos, envoltorios, superficies pintadas o restos de pinturas, por su imposibilidad de biodegradarse en un lapso corto de tiempo.
Cultivo de microorganismos
Si se elige compostar con el método Takakura son necesarias dos soluciones, una salada y otra dulce, y una <semilla> que constituyen la materia de fermentación para el desarrollo de los microorganismos que van a trabajar sobre los residuos.
La solución salada se compone de: agua segura (1,5 lts.), restos de hortalizas de hojas y cáscaras de frutas (150 gr.) y sal (50gr.). Una vez preparada, la solución es líquida y tiene color amarronado.
La solución dulce se compone de: agua segura (1,5 lts.), yogur natural (un pote de 150 a 200 gr.), levadura seca (5 gr.) o fresca (15 gr.), azúcar (50gr.) y como opcional: queso o kéfir. Una vez preparada, la solución es líquida y tiene color blanquecino.
En los dos casos se procede de igual manera: se añaden los ingredientes en un recipiente que puede ser cualquier envase reutilizable con tapa perforada. Es importante no tapar herméticamente ninguna de las dos preparaciones porque el proceso de fermentación libera gases.
Mezclar para que el agua absorba los elementos de los orgánicos agregados y dejar reposar de 3/5 días al resguardo del sol.
Una vez preparadas las soluciones le toca el turno a la “semilla” o “lecho de fermentación”. Para ello, es necesario contar con: harina o sémola de cualquier tipo (1 kg.), el denominado bosque, un compuesto por hojarasca, restos de ramas, hojas con hongos/líquenes, hojas y pastos secos, etc. (300 gr.), humus o compost semi descompuesto (300 gr.), viruta o aserrín de madera no tratada, cascarillas de frutos secos, chalas de choclos o similar (300 gr.) y soluciones dulce y salada.
También es necesario un canasto o cajón y cartones con las medidas necesarias para cubrir la base y los lados en su totalidad.
Incorporar los elementos de la semilla para que constituyan un lecho y esparcir de forma integral y abarcativa las dos soluciones fermentadas. Mezclar todos los componentes de forma que la mezcla se convierta en una masa que, al exprimirse ligeramente con la mano, no libere gotas de agua. Si esto resulta, la humedad rondará entre el 40% al 60% y será la ideal. Por ello es importante que la mezcla se realice de forma paulatina para ir corroborando el nivel de humedad y que no se pase de seco, ya que las soluciones preparadas son limitadas y difíciles de reemplazar.
Una vez realizada la mezcla, dejarla reposar en el canasto, en un lugar sin el acceso directo del sol ni de las lluvias y cubrirla con un cartón húmedo o tela respirable. De 3 a 5 días, se cubrirá con un moho blanco, que es el indicativo que ya está lista para utilizar.
¡A la compostera!
Para que la mezcla rinda, se puede dividir por la mitad y utilizarla de a partes. La porción que no se incorpora, se puede dejar reposar en el canasto tapada con la tela o el cartón que ya se utilizó en la preparación.
Colocar la semilla o lecho formativo en la compostera y mezclarla junto a los restos de orgánicos a compostar. Tapar el recipiente y dejarlo al resguardo del clima.
El método permite incorporar hasta 500 gr. de restos por día.
Si se siguieron los pasos previos, en pocas semanas se
podrán divisar los resultados: un compost listo para cosechar y dejar madurar
hasta que esté a punto para utilizarlo como enmienda.